¡Salud sexual para que las mujeres y personas sáficas gocemos más!
Este 7 de abril se conmemora el Día Mundial de la Salud y nos parece importante hablar de ese ámbito de la salud que muchas veces es poco explorado, porque sigue siendo un tabú en nuestros entornos, ¡aún en el 2022! Sí, nos estamos refiriendo a la Salud Sexual.
Por Amir Samaria
Hablemos un poco sobre qué entendemos por salud. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud va más allá de la ausencia de enfermedad: es un estado de bienestar físico, mental y social, los cuales también guardan relación con la propia sexualidad.
Vamos a definir la sexualidad en un sentido amplio, que va desde cómo construimos nuestra identidad de género e identidad sexual, hasta las relaciones sexoafectivas que decidimos o no llevar.
Es decir, cuando hablamos de salud sexual nos referimos a todo lo que engloba la sexualidad: el erotismo, la intimidad, el placer, la reproducción, la crianza, los roles de género, las formas de relacionarnos con otras personas, etcétera; pero también abarca nuestros pensamientos, deseos, creencias, actitudes, valores y prácticas que tenemos en torno a ella.
Es importante reconocer que la sexualidad está presente a lo largo de nuestra vida y, al igual que nosotres, va cambiando durante las diferentes etapas de nuestro desarrollo.
Al ser una pieza clave de nuestro día a día que se conecta con otros aspectos fundamentales de quiénes somos, la sexualidad es de gran relevencia para nuestro desarrollo personal. Cabe señalar que, para gozar de un bienestar general, debemos vivir nuestra sexualidad como nosotres queramos, de manera segura y placentera sin la coacción de personas externas. ¡Este es nuestro derecho!
Al respecto, la OMS señala que para vivir con tranquilidad y confianza tu salud sexual, deben considerarse los siguientes factores:
- Acceso a información veraz y actualizada sobre sexualidad, así como de identificación de situaciones de riesgo y prácticas de autocuidado.
- Acceso a servicios seguros de salud sexual amigables, así como a Educación Integral en Sexualidad (EIS).
- Vivir o relacionarse en entornos que afirmen y promuevan la salud sexual de manera positiva y respetuosa.
La salud sexual y el safismo, ¿cómo se relacionan?
Ahora que ya hablamos sobre los conceptos de salud y la sexualidad, ¿cómo estamos las mujeres y personas sáficas respecto a nuestra salud sexual?
Durante el confinamiento, el enfoque del Estado mexicano fue atender y actuar específicamente frente a los contagios por COVID-19. Aunque se difundía información sobre esta nueva enfermedad, sus olas y variantes, el tema de la salud sexual quedó ampliamente relegado, incluso se suspendieron o pospusieron servicios de atención y prevención.
Ante este panorama, en diciembre del año pasado lanzamos la encuesta Nuestras Realidades, en la que preguntamos a las mujeres y otras personas sáficas sobre sus experiencias de salud sexual en el contexto de la pandemia. Acá te compartimos brevemente algunos de los hallazgos más relevantes.
En primer lugar, nuestra salud sexual durante la pandemia tuvo obstáculos para gozarse plenamente. Por supuesto, el miedo por riesgo de contagio fue una razón considerable que nos impidió relacionarnos con otras mujeres y personas sáficas, pero también los entornos en los que habitamos fueron otro motivo que nos limitó a disfrutar de nuestra sexualidad, ya que algunes regresamos a nuestros hogares de origen o a vivir con familiares que no aceptan del todo nuestra identidad. Recordemos que uno de los factores para gozar de una salud sexual es que donde vivamos y nos desarrollemos sean espacios afirmativos y respetuosos.
En un lado más positivo, la pandemia también nos dio la oportunidad de explorar nuestros deseos y sexualidad e incluso pasar por procesos de aceptación con nuestras familias.
Conocer cómo nos encontramos las mujeres y otras personas sáficas de nuestra salud sexual nos permite saber donde tenemos que enfocarnos para gozar una sexualidad plena, y así empezar a construir sociedades donde el bienestar y el placer estén en el centro. Para ello, primero tenemos que empezar por nosotres mismes, cuestionándonos y poniendo en práctica el tipo de sexualidad que queremos vivir, siempre desde nuestra autonomía, libertad, goce y autocuidado.